sábado, 6 de septiembre de 2014

Quizá el problema realmente lo tengo yo, me encariñé con una piedra demasiado grande. Me acostumbre a ella, y vuelvo a tropezar cada vez que me la encuentro.
Quizá el problema sea mio, por perdonar lo imperdonable, por no ser capaz de decir que no, que esta vez ya era tarde.
¿Y al final qué? Siempre soy yo la que acaba deshecha. La que se traga ese nudo en la garganta una y otra vez, sin nadie que sepa apoyarme realmente.
Puse puntos suspensivos a una historia que hace mucho tiempo que terminó, quise dar demasiadas oportunidades a una persona que quizás no se merecía ni siquiera una.
Tal vez es eso, tal vez el mayor error de mi vida fue conocerte. Siempre he querido pensar que no, que después de tantas sonrisas no. Pero llegados a este punto, el numero de sonrisas queda muy pequeño al lado del numero de lágrimas.
Si tienes que irte vete, vete para siempre, déjame hacer mi vida, rehacerla. Pero no hagas como siempre, sí, esa costumbre tuya de volver cuando estoy a punto de olvidarte para siempre, de borrarte de mi vida.
Me dueles porque te quise, me duele que te vayas, me duele tener la necesidad de alejarme de ti para siempre, pero antes que tú, lo siento, pero estoy yo y necesito volver a ser la persona que tu conociste.
Sé feliz, pero déjame serlo a mi también, por favor.